No sé qué ha ocurrido este 10 de marzo de 2019, pero esta carrera me ha marcado más de lo que pensaba.

Llegaba en muy buena forma, con una marca de 1h 39' en media maratón me daba muchas esperanzas, mis sensaciones eran muy buenas semanas antes de la competición, pero 8 días antes tuve un golpe en las costillas, como siempre, de lo más tonto, y me costaba respirar.
No hay rotura, espero que no haya fisura..... probando durante toda la semana, y la molestia no desaparece. No tengo claro seguir adelante, me levanto sin esperanza, me acuesto ilusionado, y durante el día es una montaña rusa.
Llego a la Expo con dudas, y una pequeña prueba en cinta me da el ok a estar en la salida, de todas formas, siempre llegaré al km 10 por lo menos. Aprovecho para añadir que la Expo me dejo algo decepcionado, habrá batido el récord de visitantes, pero no mejora lo que ví en 2018.
Domingo, 5 de la mañana, suena el despertador. Desayuno habitual pre-maratón, y nos lanzamos hacia la salida, con toda la ilusión.
El hecho de salir del metro ya te cambia el espíritu. Ilusión, concentración, nervios, el ambiente es extraordinario. "Se espera calor" se oye por todos lados... el día puede ser duro.
Salgo en el cajón de 3.30-3.45 y durante los primeros 10km no pierdo de vista las liebres de 3.30, algo que para mi es ciencia ficción, teniendo en cuenta la última semana y mi forma, que no era tan extraordinaria. Me cuesta respirar, pero tampoco es un drama.
Paso la media a 5 minutos/km de media. Estratosférico. Lógicamente, lo pagaré.
En el km. 22 me espera Jordi, mi liebre para el final de carrera. Gracias Jordi, sin tí no habría podido acabar dignamente.
En el km. 30 empiezo a notar el cansancio, es en el 35 cuando decido caminar, ojo, no parar, sino seguir caminando algunos tramos, me paro en uno de cada dos fisios, el miedo al bloqueo por calambres que tuve el año pasado me hace ser demasiado prudente.
Km. 40. La familia. No suelen venir a mis carreras, esta vez, no sé por qué, es especial, espero el momento desde que me he levantado, desde que empecé la preparación. No puedo parar, el miedo a los calambres, me voy con lágrimas, quiero acabar para que merezca la pena su apoyo.
Y los calambres llegan. Km. 41, me paro 5 veces, todo el mundo me anima, todos, impresionante, Jordi me espera pacientemente cada vez.
Por fin, Km. 42, y los últimos 195 metros, ojos vidriosos (que no llorosos), levanto los brazos, cabeza alta, y llego, pese a todo. 3h 51'
Día fantástico. Organización perfecta. Público.... he hecho otras maratones, Berlín, Paris.... ninguna como esta, no porque sea mi ciudad, sino porque Barcelona ese día estuvo en la calle animando a los corredores.
Probablemente, la mejor de mis 8 maratones, y no es porque sea la última.
En 2020 otra vez, y será la novena.