Desde luego no se puede negar que el más mínimo detalle o gesto que
realizamos cada día tiene una importancia tremenda, así como todo lo que
hacemos cumple la máxima de causa-efecto.
Con todo este rollo solo quiero dar un consejo y transmitir la sabiduría
que se me ha hecho saber hoy: jamás de los jamases se te ocurra mirar el
cepillo de dientes cuando pones la pasta, sobre todo al finalizar la
extensión. Las caprichosas leyes de la física, a través de un movimiento
que soy incapaz de describir (soy un híbrido de letras) las cerdas del
cepillo (que así se llaman, no me lo invento) expulsan hacia arriba
pequeñas partículas de pasta de dientes, como sabes, con fluor activo
para matar los bichos.
Yo si que miré, y no deseo a nadie la sensación de frescor que tuve en
el ojo durante 10 minutos, insoportable. He aprendido a base de palos,
que remedio, el ser humano es así.
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